Del día que dejé de ser humano
He sobrevivido al
impacto de las ondas producidas por la música. Música que sale de la boca de
Juan Pablo, composición creada desde su interior, cada uno de sus órganos y sus
entrañas, su avidez, ¿o la mía?.
En la región lagunera hay un cerro lleno de plantas cardenches, las
cuales son muy espinosas. Los que logran subir hasta la cima es que son tan
buenos como los que saben cantar el sufrimiento.
El cardo es una planta con espinas que, cuando se clavan, causan gran dolor
al sacarlas porque tienen filamentos inversos que desgarran la carne. De
ahí viene el nombre del canto cardenche que, aunque incluye canciones de humor,
amor y crónicas, se centra sobre todo en temas de desamor, de dolor, de
desgarramiento. Canciones que duelen como espinas.
La entrega de Juan Pablo al interpretar el canto cardenche es tan
extraordinaria que hace que el canto penetre en lo profundo del alma, es un
reclamo de esta música por ser escuchada y comprendida.
Escuchar por primera vez una canción cardenche significó una explosión
dentro de mi cabeza, mil revoluciones por minuto, estoy viviendo el ritual de la vida, del dolor: donde
se forma y nace. Las palabras se amontonan en mis dedos, ansiosas por ser escritas.
El mundo es tan
grande e increíble y yo tan pequeña que no puedo concebir el poder ser
merecedora de escuchar, inhalar, exhalar lo que estoy viviendo.
Me inspira, me llama
a ser algo más que un humano, ¿es posible? No sé cómo he estado viviendo, nació
en mí la necesidad imperiosa de ser algo más.
Quiero saber qué
magia fue utilizada para poder llegar a mi mente, a qué hora pasó que no me di
cuenta en el momento que empecé a evolucionar.
Voy en mi bicicleta
camino a casa, después de tan revolucionaria experiencia. Siento cómo el aire
estampa en mi cara, entra por las mangas de mi suéter y me recorre el cuerpo,
estoy viva, pero no se parece ni por un segundo a lo que me hizo sentir el FiCHo el día de hoy. Parece que mis
emociones me guiaran a casa, quiero vivir, sentir. Cada parte de mi cuerpo se quiere arriesgar al siguiente paso, a la evolución
del arte.
Me he transformado en
un individuo vulnerable a lo que me rodea, necesito hacer algo, quiero ser
parte del universo.
Todos los espectadores
que formamos parte de este encuentro con el dolor, con nuestra identidad, estuvimos
hechos para esta noche, lo que
presenciamos se hizo con la energía de cada uno de nosotros, gracias a cada uno
de ellos por formar parte de esta revolución.
-Maca Ríos
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