Inspirado en el Cabaret de flores y lechugas

Así no fue mi primer visita al circo



 Por Salvador Romero

Un cabaret de shows y actos de pocas palabras pero de mucha diversión y asombro, tomó por asalto el teatro Experimental de Jalisco el jueves pasado, además de seguidores del circo contemporáneo, asiduos visitantes del Ficho, algunos pequeños pudieron presenciar bailes, acrobacias, malabares y una que otra payasada durante más de dos horas. Tal vez alguno vivió por primera ocasión una experiencia de circo, llena de lechugas, muchas lechugas, pero sobre todo inolvidable.



 Quisiera tener en mi mente el recuerdo claro de la primera vez que visité un circo, sin embargo la remembranza es pobre y no va más allá de unas cuantas palabras. En cambio la noche de ayer fue rica, no solo en alimentos saludables como la noble lechuga, sino abundante de entretenimiento de gran nivel, donde tan solo un acto que se quede en la memoria claramente puede significar mucho en un ejercicio de vuelta al pasado, ya que ese niño inexperto en circo se atreva a volver desde su mente al recinto del circuito teatral de Agua Azul.

 Quisiera que mi primer recuerdo del circo sea ese increíble acto final de Julius y César, una lucha casi olímpica basada en acrobacias, figuras y música introspectiva que expandía el significado del acto más allá de la comedia.



Que ese nobel recuerdo circense fuera el espectáculo sencillo pero increíble de Majo Cázares con trucos en secuencia sin valerse más que de manos, pies y el piso.

 Quisiera que mi primer recuerdo del circo sea el de Valeria y Dulce llenando el escenario con tan solo un teclado, flores y un par de clavas. Malabares con ángulos extremos y teatro físico que con música nos introdujo a un mundo particular donde dos cómplices jugaban en su universo de tonos rojos.

Quisiera que mi primer recuerdo del circo fuera ese número en tres actos de Seb & Blanca entre un gringo malhumorado y una astuta mexicana que pelean, pero al mismo tiempo se unen aunque la cuerda los atrape.



Quisiera que mi primer remembranza circense sea tan divertida como el Coronel 15 haciendo beatbox, recorriendo el escenario con carácter marcialmente cómico y recordando que los nombres Putin y Trump, pronunciados adecuadamente, son un chiste de este mundo trágico.

Tan divertido como Carmen de España dedicando "Usted" a un amor ingrato. Tan encantador como la danza excéntrica de la española y Dolores rumbo al final del cabaret.

Me gustaría que al recordar esta noche de lechugazos y algunas flores, me dibuje una sonrisa al recordar a Lola y las maravillas del malabar con pepinos; el trío musical casi espontáneo de Chucho Díaz con armónica, cascabeles y cucharas o Daniel Salvi tratando recuperar su sombrero luego de luchar con una escalera defectuosa.



Pues bien, no hay problema en no recordar vivamente la primera visita a una carpa, porque en los años que vengan recordaré casi como dejavú mi primera noche de cabaret de flores y lechugas.




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